
Sé que a muchos pedagogos/as no les gustará esta entrada, espero que a otros sí.
Hace poco que en mi centro educativo hemos tenido unas asambleas entre toda la comunidad educativa, el barrio y las instituciones. Estamos en un proceso de definición de cómo debe ser el centro en el futuro a medio plazo.
Las ideas son dispares e interesantes, siempre formuladas desde la perspectiva de la ilusión y con las máximas esperanzas depositadas en el futuro. En definitiva, con unas expectativas propias de cualquier profesional de la educación y de las personas implicadas en la educación de sus hijos.
De forma recurrente, en estas asambleas y comisiones se percibe la esperanza en la mejora, pero también se percibe la desorientación de cómo debemos educar a las generaciones más jóvenes, a nuestros hijos. Los padres, los legisladores, los docentes, toda la comunidad educativa carece de los elementos claves que definan los objetivos a los que queremos llegar.
De pronto todo son contenidos a superar en áreas técnicas y comunicativas para satisfacer a los señores de la OCDE mediante las pruebas PISA. Dichas pruebas son un reflejo del mundo capitalista y competitivo que pretende decirnos a toda la sociedad qué contenidos son importantes para ellos, para mantener su sistema económico, en detrimento de todos los valores y competencias que quedan relegados a «no enseñables» pues no son necesarios (o son molestos) para mantener el sistema de clases y el sistema económico financiero.
Lejos quedan asignaturas como la Filosofía, relegada a aquellas materias obsoletas y polvorientas, con todas las características del estigma de antigualla o inútil. Para qué pensar, ¿verdad?, no fuera que nuestros alumnos en el futuro pudieran llegar a conclusiones por ellos mismos y quisieran cambiar su destino.
Pero volvamos a las reuniones y comisiones en los centros educativos y en los barrios: a río revuelto ganancia de pescadores, ¿verdad? Pues a desorientación educativa ganancia de egos universitarios.
La realidad es muy compleja, las variables son tendentes al infinito y me parecen absurdas las pretensiones de los lacayos que vienen a enquistar sus modelos pedagógicos, siempre que pueden, en los espacios sociales más desolados y necesitados de orientación y guía.
Pero un modelo solo es eso, una hipótesis de trabajo que para su estudio pretende reducir muchísimo las variables sociales de forma que pueda proponer unos procesos a realizar y que sean medibles para reproducir su teoría o hipótesis. Y no me gusta que se encorseten las esperanzas de toda la comunidad educativa en modelos pautados y definidos desde las pretendidas esferas científicas universitarias.
Lo que acaece en las aulas es tan diverso y tiene tantas aristas que en absoluto es reproducible dentro de un modelo pedagógico. Los casos de éxito de un modelo son los fracasos de otro y viceversa. Pero, por favor, no pretendamos dictar las normas y las leyes del modelo a las comunidades educativas, sobre todo a las más desfavorecidas pues son fácilmente asimilables y manipuladas.
Ante el desconcierto actual en que se encuentra inmersa la Educación, se proponen «modelos pedagógicos salvadores». Cuando el «enviado» de un determinado equipo de «investigadores» de la Universidad viene a un centro educativo a explicar, moderar y guiar las comisiones, no viene a ayudar, viene a vender la idea que preconiza su equipo de investigación, esté equivocada o no, pero es la idea pedagógica y el modelo educativo lo que debe defender a todo trance.
Hasta que todo su discurso se disuelve ante los profesionales del día a día, los que estamos al pie del cañón, los que cambiamos de modelo como el que cambia de calcetines cada día y cogiendo lo bueno de cada modelo y modificando lo que es aprovechable. La realidad es terca y tozuda, no quiere ser encasillada, igual que las aulas son como son y no pueden encogerse para entrar dentro de un único modelo.
Parece que no es muy científico ayudar a nuestros alumnos escogiendo diferentes opciones y siendo eclécticos en cuanto a modelos. El ensayo y error no está bien visto y, sin embargo, sin reconocerlo es lo que hacemos todos.
Por favor, no nos den un modelo, dennos recursos, nosotros haremos el trabajo sucio.
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