Perplejos y amilanados nos quedamos cuando reflexionamos sobre el origen del todo, del Universo, de la vida, de la Inteligencia o cuando aspiramos profundamente el aroma de una noche estrellada de verano, en el que el sonido de los grillos y cigarras nos envuelve y nuestro pensamiento se dedica a divagar hasta llegar al asombro filosófico de lo que somos nosotros, cada uno individualmente, colectivamente y de lo que es el mundo, de lo que fue y de lo que será… Bufff la grandiosidad de la pequeñez humana que es capaz de pensar la inmensidad del todo.
Por cierto, cuidado que Teleológico no es lo mismo que Teológico.
¿A quién le preguntamos por el sentido de la vida?
Nos preguntamos por nuestra capacidad de preguntarnos, buscamos estrategias que nos ayuden a encontrar el sentido de la Vida, de la Evolución, del Universo. Y lo hacemos investigando desde el inicio de las causas, buscando el final y la finalidad de todo.
Utilizamos la metodología cartesiana del análisis de los hecho ciertos y verificables para ir construyendo, mediante la ciencia y el razonamiento, todo nuestro modelo simbólico del mundo, es decir lo que creemos que es la realidad. Y todo ello por nuestra tendencia Teleológica a explicarnos las causas finales que nos conducen.
Quizás estamos equivocados y no será cierto que haya una causa inicial ni una causa final. O posiblemente como nos dijo Hume erramos al conocer y representar el mundo mediante el proceso psicológico de las causas y los efectos.
Para saber si «esta peculiar» forma de explicarnos el mundo con sus causas y sus efectos, es correcta y es la única forma de interpretar la realidad, deberemos analizar cómo funciona nuestra mente, nuestras representaciones simbólicas y nuestros procesos mentales físicos del pensamiento. En definitiva, nos debemos cuestionar si captamos el Mundo de una determinada forma, con unas propiedades y comportamientos, a pesar de que no lo entendemos y no lo podemos percibir.
Nosotros nos autoindagamos y nos parece que el mundo obedece a las leyes físicas que están descritas por nuestras leyes psicológicas del pensamiento y del conocimiento. Podemos creer que puesto que percibo el mundo con unas determinadas propiedades, él se comporta así, cuando en verdad solo sea una imaginación de nuestra mente.
¿No deberíamos saber si otras formas de pensar son posibles y si el sentido Teleológico que creemos tener no existe? Y… ¿a quién se lo preguntamos?
Creo que nuestra hipótesis se debe comprobar sobre 2 posibles formas de pensamiento pero que todavía no son efectivas.
-. Por un lado los sistemas informáticos denominados Inteligencia Artificial. Si la Inteligencia Artificial Fuerte es posible (aquella que se comporta como nosotros y con sentido común en todos los aspectos), deberíamos preguntarle y comprobar si «esa» inteligencia emergente tiene sentido Teleológico de su vida y del todo.
Apuesto a que dirá que sí ya que es una forma evolutiva de nuestra inteligencia (en caso de que se llegue a construir una mente fuerte de forma efectiva) y considerará que «ella» es la evolución lógica después de la Inteligencia Orgánica.
Si le preguntamos a un sistema de Inteligencia Artificial Débil seguramente no tendrá el sentido Teleológico puesto que su campo del pensamiento se restringe a dominios acotados.
-. Otra posible inteligencia que nos ha demostrado tener pensamiento simbólico, casi comprobado tras los descubrimientos de la cueva francesa de Bruniquel , son los Neardentales, una humanidad extinguida que hicieron los primeros rituales y construyeron monumentos antes que nosotros.
Si en algún momento se puede clonar dicha especie, y estoy seguro de que se hará, se les deberá respetar en cuanto a sus posibles representaciones del mundo. Dudo que tengan memoria genética de sus rituales y creencias (a pesar de lo que postula JEAN M. AUEL) pero será una buena ocasión para contrastar su sentido Teleológico de la vida y del mundo… si lo tuvieron. Pero eso ya, a largo plazo…
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