Un nuevo escenario educativo es posible y en ello confiamos. Nacho Rivas, Catedrático del Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga destaca por su vertiente más social y transformadora cuando, con pasión, nos explica cómo debería ser la educación, a la vez que nos muestra la forma de sospechar de todo el discurso educativo actual.

Incorporamos a este pedagogo y pensador a la serie de entrevistas PqA con la vocación de conformar un decálogo de buenos profesionales que nos ayude a entender y reflexionar, desde el compromiso y la honestidad, la educación.

Nacho RivasNacho Rivas el discurso descolonizador en la educación

PqA: Nacho, nos has explicado en algunas de tus conferencias de que es preciso cambiar el discurso educativo puesto que en estos momentos está «colonizado» por el discurso neoliberal. Por favor, nos amplias esta propuesta tuya.

La educación no es ajena a las dinámicas sociales y a los cambios que se producen en los procesos sociales, políticos y económicos. De una forma muy simplista, las décadas en que reinaba el Estado del bienestar en el mundo occidental, los sistemas educativos conocieron las políticas más progresistas y los procesos de reforma más cercanos al constructivismo, al trabajo autónomo, etc. Hablo de los años 60 y 70, con las reformas comprensivas en Reino Unido, por ejemplo, o el inicio de la apertura en el sistema educativo en España. Con algunos avatares históricos, como la ruptura neoliberal que se inicia en los 70 con Reagan y Thatcher, el discurso educativo mantiene su perspectiva crítica y sus propuestas de transformación durante al menos un par de lustros más. A partir de los 90 el discurso y la política neoliberal se empieza a convertir en hegemónica en todo el mundo, lo que provoca un cambio profundo en las dinámicas sociales y culturales, afectando también a los sistemas de pensamientos colectivos y a las prácticas sociales. Los procesos de reforma educativa empiezan a hacerse claramente involutivos y empiezan a emerger discursos técnicos y productivos, más propios de épocas pasadas. El espacio educativo, así como la mayoría de los ámbitos sociales, culturales y políticos, son colonizados por esta posición hegemónica neoliberal. De hecho, el neoliberalismo nace con vocación cosmopolita; esto es, de convertirse en universal y común para toda sociedad, sujeto y escenario socio-político. En este sentido es en el que planteo que el neoliberalismo no es sólo una propuesta económica y financiera, sino una propuesta global, colonizadora e imperialista, que intenta transformar el mundo en un mercado único a favor de los grupos hegemónicos; pocos pero poderosos, frente a la mayoría, pero subyugada. Esta propuesta necesita también de la educación como un espacio a colonizar, en la medida que es generador de conocimiento y de comprensión de la realidad. En este sentido hablo de colonizador. No hace falta la fuerza de los ejércitos para someter a los pueblos sino la del discurso, mucho más eficaz y sutil, pero igualmente cruenta.

Desde una posición epistemologica que comparto, la narrativa y constructivista, entendemos que los discursos construyen la realidad ya que nos definen los límites de lo pensable, de lo admisible, de lo comprensible y de la acción misma.

Sostener el debate educativo en los términos que se plantean desde el neoliberalismo (digase por ejemplo la LOMCE, o la “Race to the top” norteamericana) es darle fuerza y sostén. Por tanto hay que hablar de educación en términos que podríamos denominar “descolonizadores”; Esto es, que recuperen el sentido de lo radicalmente humano de la educación y de construcción de sociedad colectiva y cooperativamente.

Esto significa romper con discursos como el de las competencias, el de la eficacia, el de la calidad, el de la evaluación como rúbrica, el del curriculum como estructura de la práctica educativa, etc. Tendríamos que empezar a hablar en su lugar de libertad, cooperación, emancipación, solidaridad, acción, felicidad, etc.

PqA: El profesorado, y en general todos los docentes de cualquier sistema educativo y formativo actual, nos vemos «obligados» cada vez más a trabajar con los procedimientos y formularios que con nuestros alumnos. Esa dedicación a lo «formal administrativamente» en vez de a educar o formar ciudadanos nos retrotrae de nuestro «core» profesional como le gusta decir al discurso neoliberal, sin embargo, no parece importar. ¿Por qué?

Claramente la acción administrativa es la fuerza de choque del neoliberalismo. En la medida que nuestra práctica educativa (como cualquier otra) se circunscribe al mero cumplimiento de los requerimientos establecidos la conciencia social se transforma en un ejercicio de sometimiento, de dependencia y de domesticación. Una persona que se dedica a cumplimentar documentos no es una persona que piense, que reflexione. Especialmente cuando lo que tiene que completar en los formularios establecidos son consignas ya dadas. No es necesario generar ningún pensamiento propio. Esto nos es dado. De este modo vamos entrando en la lógica neoliberal, dependiente y controladora. No importa el contenido de nuestro trabajo sino cómo se adecua o no al patrón establecido. Y en esta medida es valorado. De algún modo habría que recuperar la vieja idea de la alienación del trabajo en cadena.

No somos dueños ni de nuestros objetivos, ni de los procedimientos, ni de los resultados. Por tanto no estamos educando, que es radicalmente un ejercicio de libertad, sino que estamos domesticando; y en esta medida legitimando las políticas neoliberales que se nos ofrecen como las únicas posibles y viables.

Educar es (debería ser) un proceso de emancipación colectiva a través de la búsqueda de sentido de la realidad que compartimos como especie, como grupo y como individuos. La educación como cumplimiento del currículum justamente se mueve en el sentido opuesto.

PqA: Tu propuesta de Educación para la Transformación como alternativa a la Educación parametrizada y estándar debería tener ventajas evidentes para las personas. Sin embargo, parece que los equipos directivos de los centros, y también muchos profesores, están abducidos por el discurso hegemónico. ¿Cómo podemos «evangelizarlos», convencerlos de que es necesario un cambio de paradigma?

Bajo mi punto de vista esta no es una acción que se pueda llevar solo desde el debate interno en los centros, que también. Las prácticas generadas desde la colonización neoliberal son muy poderosas porque generan espacios de supuesta seguridad profesional desde los que sostenerse profesionalmente. Especialmente cuando las condiciones profesionales cada vez son más restrictivas, constriñen más las posibilidades individuales, se generan más obligaciones con menos contraprestaciones,…

En definitiva, si se genera una situación de incertidumbre, de temor, de inseguridad, de falta de expectativas, etc., las propuestas que ofrezcan un asidero aparentemente sólido se asumen como necesarias.

Este es el escenario que se ha originado. Por tanto cualquier discurso que intuya como de vuelta a la incertidumbre y la inseguridad es rechazado. No tanto por su falta de atractivo sino por sus posibles consecuencias. Aquí aparecen los “no se puede hacer otra cosa”; “yo también pienso así, pero es que no nos dejan”; “eso son utopías muy lindas pero que no se pueden realizar”… Por tanto, la “evangelización” viene por dos vías: la acción política (hay que ocupar los espacios políticos en los centros y en el sistema), la acción educativa (desarrollar prácticas alternativas que cuestionen las “oficiales”. Sin duda ambas son acciones políticas, ya que suponen asumir el protagonismo de nuestra acción y posicionarse frente a las prácticas establecidas. En cualquier caso, hay que plantearlo como una acción colectiva, por tanto hay que buscar generar redes, contactos, grupos, etc.
Por otro lado, el cambio y la transformación en la escuela no es un problema solo de la escuela. Es necesario, o al menos importante, participar de los procesos sociales de cambio, desde fuera de la escuela. La educación también es compromiso. Si los procesos educativos no están orientados desde prácticas sociales, culturales y políticas diferentes es difícil pensar en la transformación. En este sentido me escapo del discurso de la innovación, del currículum, de las metodologíasSon discursos de alguna forma tautológicos que se dan vuelta a si mismos y difícilmente rompen el círculo vicioso que se genera. En última instancia, sostienen y apoyan el discurso técnico, hegemónico neoliberal, aún cuando esta no es su pretensión.

Pero ¿cómo explicamos que después de décadas hablando de innovación educativa, de diseños curriculares, de estrategias didácticas, etc. la educación esté alcanzando tales dosis de domesticación y de control?

El discurso de la transformación descolonizador se asienta sobre otros pilares: el sentido de lo humano, la emancipación colectiva, la justicia social y la construcción de sentido colectiva e individual. Pilares que necesitan otros andamios diferentes a estos de los que hablaba.

PqA, Por favor, danos algunos consejos que podamos aplicar en la praxis diaria para que nuestra labor docente sea más transformadora y menos «cadena de transmisión» del modelo actual.

Es bastante simple: situar al sujeto en el centro, entendido como parte de un colectivo y de una especie. Lo cual significa desplazar el currículum al rol subsidiario que le corresponde. Actualmente el eje está invertido. Se trata de pensar en cada acción a qué fines sirve: ¿es importante para el sujeto, para el colectivo de alumnos, como parte de su construcción personal y pública, o está preocupada por cumplir con los requerimientos curriculares, administrativos, reguladores, del libro de texto, etc. etc.? La respuesta que demos nos marcará el camino. No hay una receta, hay preguntas. No nos vale pensar que será importante para el alumno para su futuro profesional, personal, social etc. Los niños y las niñas son realidades presentes y su futuro solo se construye desde al aquí y ahora.

PqA: Parece que lo fundamental ahora es la capacitación profesionalizadora, las competencias claves o básicas, las habilidades sociales… Todos estos conceptos han entrado en los ámbitos educativos desde los sistemas formativos profesionales (continua y ocupacional). No obstante, siendo importantes hay otros conceptos como los valores democráticos y ciudadanos, el razonamiento divergente y crítico, valores colectivos… que no son precisamente bien aceptados en el mundo laboral actual. ¿Cómo podemos mantenerlos en las escuelas, institutos y universidades y que entre en los centros de formación laboral y en las empresas?

Si se me permite, retomo el símil de la evangelización. De acuerdo al sentido propio del término que la iglesia más comprometida le ha dado históricamente al término, evangelizar es encarnar el mensaje en la propia vida; convertirlo en propio. Se evangeliza con la vida. Sin que se quiera ver en esto una legitimación religiosa de mi discurso, nada más lejos de mi planteamiento, comparto este punto de vista. Lo cual no es decir nada nuevo con respecto a lo que he dicho en las respuestas anteriores.

No puedo educar en democracia con procedimientos autoritarios. No hay democracia cuando el alumnado debe cumplir con la tarea sistemáticamente y sin discusión; sin posibilidad de ser partícipe de las decisiones.

No se puede ser crítico devolviendo la información que se me ha ofrecido de antemano, ya dada, estructurada y elaborada al margen de mi mismo. No puedo pensar en valores colectivos si evalúo de forma individual y hago responsable único al alumno y sus capacidades de sus éxitos y de sus fracasos; cuando cada uno debe responder individualmente de las tareas y de los comportamientos; si mi conducta es sometida a escrutinio público, sin ninguna capacidad de debate democrático. Y así sucesivamente

La educación es un proceso radicalmente humano que se construye desde la experiencia individual en marcos colectivos. Cuando lo convertimos en demandas exógenas de acuerdo a interés ajenos, la educación deja de ser un proceso humano para convertirse en un medio de producción al servicio de la sociedad neoliberal.

 PqA: ¿Te gustaría ampliar o explicar alguna cosa más?

Me gustaría añadir que estamos viviendo un momento crítico en la sociedad, y en la educación. El neoliberalismo nos está llevando a una situación límite ante la que solo nos caben dos opciones: nos sometemos y asumimos nuestra condición de esclavos, o tomamos las riendas de nuestras vidas y demostramos que otra sociedad es posible. Este es nuestro reto ahora. Creo que el colonialismo neoliberal no tiene color político necesariamente. Si bien la derecha, con el PP a la cabeza, representa el ala más dura y explícita, no podemos dejar de lado que la izquierda social-democráta (y buena parte también de la otra), son partícipes y cómplices en buena parte de esta política. De hecho, ha sido protagonistas de las reformas neoliberales durante bastantes años. No podemos confiar en una respuesta desde la política partidista. El debate partidista es neoliberal, no transformador. Por tanto sólo es un problema de matices y de ajustes, pero no de cambio de modelo. La transformación social y educativa se fragua en otros escenarios, en los que todos y todas somos protagonistas. Y esta es nuestra responsabilidad.

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Nacho Rivas el discurso descolonizador en la educación

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