El camino de la soledad lo recorremos todos
El camino de la soledad lo recorremos todos

Me preocupa que los jóvenes, en ocasiones, se sienten solos y eso les entristece y les puede provocar una depresión. Todavía no controlan ni saben gestionar sus emociones, están descubriendo el mundo y no todos tenemos las mismas oportunidades ni capacidades.

Los profesores, maestros y docentes siempre hemos cumplido múltiples funciones en los procesos de aprendizaje con nuestros alumnos. Desde el oráculo que representaban los mecanismos tradicionales de enseñanza, en los que el profesor era quien más sabía, quien tenía todos los criterios y quien decidía la suerte de sus alumnos, hemos pasado a ser acompañantes de los procesos de aprendizaje, mutar nuestro rol en diversos momentos del día en virtud del tipo de aprendizaje, a  la par que nos hemos tenido que bajar de la tarima para aprender con nuestros alumnos a la vez que los ayudamos.

Y sin embargo, una función que siempre ha existido, desde que los padres enseñaban a los jóvenes cazadores/as en el Paleolítico hasta nuestros días, es el componente afectivo y emocional.

No existen procesos de aprendizaje verdaderos sin emociones ni afectos, sin empatía y comprensión por los problemas y dificultades del otro.

No consolidan, los alumnos, sus aprendizajes, sus competencias técnicas ni transversales si no están asociadas a momentos y estados de ánimo que les marquen afectivamente.

Todos recordamos el cariño de esa persona que nos explicaba, ayudaba o se hacía cómplice con nosotros al enseñarnos, o ese profesor que mutaba su rol y se ponía a jugar a fútbol con nosotros, sus clases luego eran más amenas, más entrañables. O esa profesora que nos consolaba cuando algo no nos iba bien.

Y reproduces las buenas prácticas de tus maestros/as que te han dado algo más que un conocimiento, reproduces e imitas sus palabras de soporte, sus «trucos» para salir de una situación complicada.

Cuando ejerces de padre, profesor, docente, maestro… reconoces a los alumnos que lo están pasando mal, que te explican, al principio con reparo y timidez su apreciación de su realidad, ya sea en forma de soledad, abandono, posible acoso, maltrato… No necesariamente su percepción se corresponde con la realidad pero puede ser que él la perciba así.

Aquí radica nuestra gran tarea, empatizar, adelantarnos y ayudarlos a analizar la situación, desde las perspectivas emocionales pero también desde la exposición fría de los hechos y datos para que pueda decidir si su situación es de soledad no deseada, si es real, si sufre bullying en clase o si es que solo requiere atención.

El cariño nos acerca a ellos/as y nos permite ver con sus ojos la realidad que descubren a medida que se hacen mayores, que juegan en sus vidas roles inéditos hasta el momento, que, en definitiva, crecen, maduran y se enfrentan a los problemas diarios.

Y la resolución de los problemas cotidianos, tanto de relación con sus compañeros, de conflicto, de superación de contenidos, de decisiones personales e intransferibles como puede ser sus tendencias profesionales, personales son propios y radicalmente suyos. Nosotros les acompañamos, les mostramos el camino y les ayudamos a entender la soledad como algo necesario y deseado, a veces, pero superable si tenemos la autoestima alta y queremos establecer relaciones que nos permitan salir de la soledad.

Y me encuentro con muchos alumnos/as que se sienten vivir en soledad, a pesar de que su realidad no sea esa. Los componentes de su propia personalidad, sus tendencias en el carácter, su capacidad intelectual, son las cartas que les ha tocado para jugar, sin embargo, como nos dice José María Marina, el filósofo, en como juegues tus cartas está el destino y la forma en como te irá en la vida.

Pero la verdadera soledad tiene asociadas otras dificultades no estrictamente emocionales como son la dificultad para realizar tareas de aprendizaje en casa, deberes, tener el soporte para preguntar dudas o recibir el seguimiento que debe tener todo joven. Los deberes no son justos, no todas las familias pueden dedicar tiempo a ayudar a sus hijos, o no saben cómo hacerlo por lo que realizar tareas escolares en casa es aumentar la diferencia de oportunidades entre los alumnos, y como consecuencia aumentar la brecha social. Y no lo digo yo, lo dicen los estudios sobre el tema.

España es de los países que más deberes se realizan en casa y a la par uno de los países con mayores diferencias y brecha social.

Evitemos la soledad, el bullying, la depresión, los deberes y la brecha social

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La soledad, los deberes y la brecha social
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